SIDA, cáncer, tabaquismo, obesidad, diabetes… A los ya conocidos enemigos de nuestra salud de las últimas décadas, se suma un nuevo invitado: la farmacorresistencia.

Hoy en día representa un problema a nivel mundial. Consiste en la mutación de las bacterias ante los tratamientos antibióticos repetidos. Dichos microorganismos generan mecanismos para neutralizar el efecto de dichos fármacos. Esas bacterias farmacorresistentes ocasionan enfermedades en la población, de todo tipo, siendo éstas más difíciles de controlar. Año tras año, las resistencias a antibióticos aumentan en todo el mundo. No es de extrañar que la resistencia antibiótica ocupe los primeros puestos en las agendas sanitarias de las autoridades sanitarias internacionales como la OMS (Organización Mundial de la salud)

Antibióticos que empiezan a no curar

En esta era post-antibiótica, infecciones como neumonía, tuberculosis, gonorrea o salmonelosis, para las que se cuenta con tratamientos eficaces, cada vez son más difíciles de eliminar. Como consecuencia, este fenómeno aumenta la estancia en el hospital, el gasto sanitario y la mortalidad.

Actualmente se están estudiando nuevos antibióticos capaces de combatir las bacterias más resistentes y peligrosas, sin resultados esperanzadores por el momento. Además, la elevada movilidad de la población alrededor del mundo por la mayor accesibilidad a los medios de transporte, incrementa el riesgo de contagio a nivel global.

 

Prevención y soluciones

Como siempre, la prevención es la principal forma de evitar el problema. El lavado frecuente y adecuado de manos, la higiene en la preparación de los alimentos, evitar el contacto estrecho con enfermos, el preservativo y la vacunación. Medidas sencillas a nuestro alcance que ponen freno a esta nueva epidemia.

La prescripción y el uso abusivo que hacemos de los antibióticos tanto en humanos como animales es una de las principales causas de este problema. El sector agrícola, en ocasiones, usa inadecuadamente antibioterapia sobre animales sanos. Además, la población con frecuencia es tratada con antibióticos cuando padecen infecciones virales contra las que dichos medicamentos carecen de efectividad.

Sin embargo, con frecuencia acudimos a nuestro médico a solicitar antibiótico para tratar procesos virales, ya sean respiratorios o gastrointestinales. Expresiones como “hasta que no me tome un antibiótico no se me corta” o “vengo a por el antibiótico para que no me vaya a más” se escuchan con frecuencia en las consultas de atención primaria o urgencias.

Por lo tanto, las administraciones competentes y el sector agrícola tienen mucho por hacer. Deben aplicarse medidas como la promoción de la vacunación del ganado, la eliminación del uso de antibióticos para el engorde o su administración indiscriminada tanto a sujetos sanos como enfermos. Para la prevención es fundamental mantener una adecuada higiene en todo el proceso de crianza y posterior fabricación de los productos que llegan al consumidor final.