Oswaldo Guayasamín: “Creo que nuestro siglo puede ser considerado como el más horrendo de la Historia de la Humanidad. Nunca hemos sufrido ni asistido a tantos crímenes, guerras, bombas atroces, campos de concentración, dictaduras bestiales y tantas crueldades juntas”
Oswaldo Guayasamín (1919-1999) fue uno de los pintores, escultores y muralistas ecuatoriano más destacado de latinoamérica. El pasado sábado 10 de Marzo fue el 19 aniversario de sus muerte, una gran pérdida para el mundo y para el arte. Si siguiera vivo seguiría retratando las monstruosidades que hace el hombre contra el hombre.
Ver las obras de Guayasamín es algo incómodo y molesto, la primera reacción es quitar la mirada. Molesta porque refleja lo que no nos gusta de nosotros, nos revela una dimensión del ser humano que queremos olvidar. Después, cuando vuelves a observar su obra, te quedas impregnado de ella y se queda en tu mente como una reverberación.
Guayasamín fue el mayor de diez hermanos, de origen humilde, de padre de ascendencia indígena y madre mestiza. Se inscribe a los 12 años en la Escuela de Bellas Artes de Quito, en la que obtiene el título de pintor y escultor. Durante este primer periodo destaca por su capacidad expresiva, la influencia de la Escuela Indigenista, y el compromiso social que marcará las líneas de su trabajo posterior
Un hecho crucial en su trayectoria es la Guerra de los Cuatro Días, en la que su mejor amigo, Manjarrés, muere por una bala perdida. Esta escena quedará plasmada en su cuadro Los niños muertos, formado por cuerpos amontonados que se descomponen en la calle. Aquí nace su postura en contra de las injusticias, la discriminación y la violencia.

HUACAYÑAN (El Camino del Llanto)
Guayasamín en la década de los 40 emprende un viaje por gran parte de América del Sur. Empieza en México y pasa por Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Uruguay. En su trayecto va de pueblo en pueblo y conoce a sus gentes, la diversidad cultural que convive en todo el continente. Ve en primera persona la situación de los indígenas, mestizos y negros, así como sus costumbres, tradiciones y llanto.
Con los apuntes y dibujos que hace en su viaje realiza su primera serie Huacayñan, que en quechua significa El Camino del Llanto. Está formado por 103 cuadros donde plasma a la perfección la desigualdad social existente.
La Edad de la Ira
En 1968 presenta su segunda colección bajo el nombre La Edad de la Ira, formada por 260 obras. En ella inmortaliza las grandes tragedias del siglo XX, el dolor de la guerra civil española, las dictaduras en Europa y América, las bombas de Hiroshima y Nagasaki, los campos de concentración o los efectos del imperialismo.
Su arte en este periodo es un arte rabioso, que grita por todos aquellos que no pueden hacerlo. Busca impactar en los espectadores y remover la conciencia de la humanidad. Sus cuadros son heridas que no sanan, lágrimas que se secan en los cuerpos de las víctimas.
La Edad de la Ternura
Guayasamín pinta su última colección entre 1988 y 1999, Mientras Viva Siempre te Recuerdo o la Edad de la Ternura, formada por más de 100 obras. La serie nace del recuerdo que tiene el pintor de cuando era niño y su madre, que siempre estaba embarazada, le da leche del pecho para que pueda mezclar los colores. Esta es la ternura a la que se refiere Guayasamín en sus obras, una ternura real que brilla sobre la oscuridad.
Es un homenaje a su madre por haberle apoyado siempre, a las madres del mundo y a la madre tierra. Es un símbolo en defensa de la vida y de los derechos humanos.

Guayasamín emprende en 1995 su gran obra La Capilla del Hombre, fallecerá antes de verla terminada. Se trata de un centro cultural donde poder reflexionar sobre la historia de la humanidad y su futuro a través de murales, esculturas y pinturas. Es un homenaje al pueblo latinoamericano y al igual que el resto de sus obras un mensaje de amor a la humanidad y a la diversidad.
Dentro del edifico se puede ver La llama eterna símbolo de la esperanza, y un mural con sus últimas palabras: Mantengan encendida una luz que siempre voy a volver. Sí, Guayasamín, tu luz sigue estando con nosotros, tu luz nunca se apaga.